Me llamo Pilar M, y tengo 61 años. Fui al quiropráctico porque sufría de vértigos desde hacía 30 años, de un silbido en el oído derecho, y de un dolor de espalda que describiría como si tuviera un puñal clavado.
Sentía tanta inestabilidad que mi día a día era estar tirada en el sofá y en la cama. No salía sola a la calle y cuando lo hacía creía que la gente pensaba que había bebido alcohol, porque mi cuerpo se balanceaba de un lado a otro. Me sudaban las manos y sentía mucha inseguridad. Me sentía totalmente desanimada, y por momentos prefería morirme que estar así.
Las primeras veces me ocurría de forma esporádica, pero con el paso de los años aumentó la frecuencia hasta padecerlo casi a diario. Tomaba un medicamento para los vértigos (serc) pero cada vez estaba peor, con más vértigos, sudoración y falta de estabilidad en la calle. Me aplicaron masajes terapeúticos en las cervicales, pero aún era peor, los resultados fueron malísimos.
Me recomendaron la Quiropráctica para mis vértigos
La dueña del gimnasio al que acudía me recomendó la Quiropráctica como posible solución. Como no sabía nada de la Quiropráctica no me infundía demasiada confianza, pero no tenía nada que perder, asi que fuí..Y sólo puedo decir que desde entonces mi recuperación ha sido ¡espectacular! Desde el primer ajuste quiropráctico ya noté que no tenía tantos vértigos. Y con el paso de las semanas empecé a sentirme una persona normal. También desapareció, como por arte de magia, mi dolor de espalda.
Ahora, después de ¡30 años!, puedo hacer vida normal: salgo a la calle sin problema y hago gimnasia a diario. Hasta puedo bailar salsa y mambo. Estoy MUY FELIZ, tanto, que ya acuden conmigo mi marido y varios amigos para visitar al quiropráctico con regularidad.
No puedo terminar sin agradecer a la quiropráctica los cambios tan importantes que ha proporcionado a mi vida.
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