Mi nombre es Patricia N, y ahora la quiropráctica forma parte de mi vida, como el agua y la buena nutrición. Antes de conocerla, sinceramente, me sentía tan mal que pensaba que iba a terminar en una silla de ruedas.
Dos hernias discales
Con 34 años, tenía dos hernias discales y lumbalgia. Me dolía todo el cuerpo al levantarme de la cama y al ir a trabajar, pasear o hacer otras actividades. Tomaba una caja de ibuprofeno cada mes para soportar los dolores.
Con la quiropráctica todo cambió. Ahora soy otra persona. Recobre la salud, la sonrisa y la alegría de vivir. Recuperé la autoconfianza en mí misma, ahora me siento capaz, y ya no tengo dolor ni tomo medicamentos; las hernias discales y la lumbalgia desaparecieron. Además, se me fueron los dolores premenstruales y recuperé la fuerza y salud de mi pelo. Tengo vitalidad, flexibilidad y salud en general.
Ahora paso olímpicamente de todos los problemas, y no me acerco a aquello que pueda hacerme daño.
La quiropráctica es un regalo
Quiero trabajar más horas para poder regalarle la quiropráctica a mi familia, quiero que todos la conozcan para que puedan sentirse como yo. Se, y tengo que reconocer que todo lo que logre o consiga de ahora en adelante, es gracias a la quiropráctica, porque hizo que me olvidara de las hernias discales y la lumbalgia, y me devolvió las ganas de vivir.
El artículo apareció publicado en el libro Más años en su vida, y más vida en sus años.
En algunos casos se ha variado un poco la redacción para ajustarla a los usos del español.
Todas las historias publicadas aquí son reales, aunque la imagen no es la del protagonista, es de archivo. Asimismo, se reflejan los datos personales tal y como aparecieron publicados.