Tengo actualmente 43 años y fui diagnosticado con una espondilodiscoatrosis c5-c7 con cierto compromiso radicular (compresión de raíz por hernia discal).
Todo comenzó cuando tenía 38 años, en una visita a urgencias con motivo de unos dolores en el brazo y hombro que no remitían. El traumatólogo que me atendió dio en el clavo:” un dolor radiante por el brazo que asciende al cuello relacionado con las vértebras cervicales”, me dijo convencido. Yo le miré con incredulidad, pues jamás había tenido la más mínima molestia de cuello. Pero así fue.
Diagnóstico: Hernias discales
Después de hacerme una radiografía se observó que los espacios entre tres vértebras (discos) habían disminuido y que en algunas partes de las vértebras, como consecuencia del desajuste de posición, se había producido “desgaste”. Los médicos me vinieron a decir que ya era mayor (¿?) y que las hernias discales eran un proceso degenerativo normal. Mi cara fue más de susto que de asombro.
Ahí comenzó un peregrinaje de visitas a unos y otros especialistas del campo médico. Tras la visita a cinco especialistas pude oir todas las versiones: desde que en dos años debería pasar por un quirófano, hasta que eso era completamente inocuo y debía aguantarme las molestias (adormecimientos) y dolores (radiantes de cuello a brazo).
El tratamiento médico siempre fue el mismo: rehabilitación, ibuprofeno a demanda, xicil (sulfato de glucosamina), y gimnasia (natación).
Cualquiera que esté leyendo estas líneas y padezca parecida sintomatología reconocerá que el impacto psicológico de la lesión (o proceso natural si se prefiere) es muy superior –salvo excepciones- a las molestias que provoca la compresión cervical o hernia discal.
Encuentro con la quiropráctica
Desesperado ante la falta de unanimidad y solución de la medicina tradicional, por casualidad ví un día en una consulta traumatológica unas tarjetas de un especialista en quiropráctica de columna cervical. Así fue como conocí al Dr. Valdivia.
Con el escepticismo lógico de todo aquello que desconocemos, decidí acudir a una primera sesión y el Doctor Valdivia me explicó en qué consistía la quiropráctica y su especialidad “Atlas Orthogonal”, sus principios físicos de actuación y que había tenido que formarse en EEUU dado el desconocimiento de esta técnica en España.
Me pareció algo interesante, y sobre todo una alternativa inocua ante las ofertadas por la medicina tradicional, y por ello me decidí a probarlo.
Desaparición del dolor
Ya en la primera sesión, con una leve presión en puntos cuidadosamente seleccionados por el Doctor, fui testigo de la desaparición casi inmediata del dolor cervical. No me lo podía creer ni conocía por qué ocurría, pero lo cierto es que la mejoría era instantánea. Tras un proceso disciplinado de visitas al Dr. Valdivia durante ocho meses, la sensación general fue mejorando poco a poco, hasta llegar a estar prácticamente asintomático. Todo ello sin tomar antiinflamatorios o analgésicos.
En suma, puedo corroborar que la técnica quiropráctica aplicada por el Dr. Valdivia (Atlas Orthogonal) en mi caso, y con mis hernias discales, ha sido tremendamente satisfactoria.
Me ha dado una calidad de vida que no tenía y sobre todo me ha quitado una preocupación que psicológicamente estaba minándome día tras día. Con mucha disciplina postural (al leer, trabajar etc…) y acudiendo a las visitas de control con el Doctor puedo decir –sin ánimo de reproche sino más bien constructivo- que quienes me vaticinaron mi paso por un quirófano a los 40, conmigo se equivocaron.
Actualmente con 43 años, sigo realizando visitas de control al Dr. Valdivia cada vez más distanciadas en el tiempo y realizo –siempre con la evidente y necesaria precaución- todo tipo de actividades físicas.
Espero que estas líneas sirvan a quienes hayan pasado por éstas o parecidas circunstancias.
JRF.- Barcelona
El artículo apareció publicado en Centro Quiropráctica Girona.
En algunos casos se ha variado un poco la redacción para ajustarla a los usos del español.
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