Mi historia se remonta 15 años atrás. A raíz de un accidente de coche me diagnosticaron latigazo cervical y una contractura de trapecio. Parece ser una lesión muy común en este tipo de accidentes. Para mí se convirtió en un auténtico calvario, que fue acompañado de un largo peregrinaje a una gran lista de médicos y una cantidad inhumana de pruebas. El resultado era siempre el mismo: el latigazo cervical y contractura de trapecio no justifica tanto dolor.
Cuando oyes esto una y otra vez llega un momento que piensas que a lo mejor la culpa es tuya y que lo que pasa es que le prestas mucha atención a ese dolor. Ese pensamiento dura un segundo, porque enseguida te das cuenta que no eres tú, sino que el dolor de las fibras musculares está ahí. incluso después de estar con medicación meses y meses, incluso después de hacer rehabilitación años y años. Es levantarte por la mañana con dolor de cabeza, continuar durante todo el día con dolor muscular del cuello, e irte a dormir con dolor en la columna cervical.
¿Cuál era la solución al dolor producido por el latigazo cervical y contractura de trapecio?
Recorrí varios centros de rehabilitación para aliviar el dolor que me había producido el latigazo cervical, fui a un fisioterapeuta durante muchos años. Fui a un osteópata, probé la acupuntura. He probado tantas cosas…
Con 40 años estaba desesperada y agotada física y psíquicamente. Yo siempre había sido una persona alegre y muy extrovertida, incluso los primeros años de dolor muscular del cuello. Pero desde hacía dos o tres años, ya no tenía ganas ni de sonreír.
Cuando mi amiga María me habló del Centro Quiropráctico no me lo pensé dos veces. De hecho es que no tenía nada que pensar, solo tenía que probar otra cosa más y añadirla a mi gran lista.
Mi encuentro con la Quiropráctica
Así que al día siguiente llamé y enseguida me visitaron. Ahora llega ese momento, en el que no sé de qué manera expresar cómo me siento, después de casi un año de ajustes. Mi vida dio un cambio radical desde casi el primer momento.
Sí que es cierto que al tercer mes, tuve una pequeña crisis de dolor, pero incluso en ese momento mi quiropráctico me pidió con esa seguridad que tiene que confiara en él, y que no lo dejara. Me dijo que la crisis era normal, pero que estaba seguro de que también era pasajera. Así fue… Confíe en él, y hoy, casi un año después, puedo decir que mi vida ha cambiado. Vuelvo a tener mi semblante sonriente, y a disfrutar de las pequeñas cosas que tiene la vida: pasear, salir a cenar, tumbarme en el sofá sin contracturas musculares a ver una película o a leer, disfrutar de mi familia y de mis amigos…
¡Se acabaron las pastillas!
No he vuelto a tomar ni una sola pastilla. Y desde principio de año no he vuelto a tener ni un solo dolor de cuello. Ya nada me recuerda al accidente, ni el latigazo cervical y contractura de trapecio.
Asi que solo me queda una duda, ¿mi quiropráctico es consciente del bien que hace? Por si tiene alguna duda aquí dejo mi testimonio y mi eterno agradecimiento.
Mercé C.
El artículo apareció publicado en el libro Más Años en su Vida y Más Vida en sus Años.
En algunos casos se ha variado un poco la redacción para ajustarla a los usos del español.
Todas las historias publicadas aquí son reales, aunque la imagen no es la del protagonista, es de archivo. Asimismo, se reflejan los datos personales tal y como aparecieron publicados.