Mi experiencia con la quiropráctica no ha podido ser más afortunada. El dolor producido por las protusiones cervicales ha desaparecido, he recuperado el movimiento del cuello al 100% y mi vida ha vuelto a la normalidad, eso sí con prudencia.
La medicina tradicional no me alivió el dolor de las protusiones cervicales
Mi caso es uno más de los que comienzan con fuertes dolores en la zona cervical y que en cuestión de poco tiempo se van haciendo cada vez más intensos. Hasta el punto de convertirse en insoportables. Sin ánimo de prejuzgar a la medicina convencional, he de decir que desafortunadamente no supo darme una solución a mi problema, ya que basándonos en el diagnóstico -hernia discal y dos protusiones cervicales– el tratamiento farmacológico no dio el resultado esperado, teniendo que plantearme seriamente el paso a la intervención quirúrgica.
Pasar por el quirófano parecía ser la única opción
Cabe decir, que entre el dolor y el diagnóstico poco alentador, se me vino el mundo encima. Y sin saber por dónde tirar, entre consejos y comentarios, descubrimos por primera vez la palabra quiropráctica. Por supuesto mi estado de ánimo no estaba en su mejor momento. Y vista la situación en la que me encontraba, y después de escuchar las experiencias de una persona cercana, acepté su recomendación para concertar una visita con el quiropráctico.
Mi primera visita quiropráctica
Mi primera visita podríamos decir que fue de urgencia. No olvidaré la celeridad con que me atendieron y las primeras palabras que me dijo al quiropráctico durante la exploración de las protusiones cervicales: “esto no es nada”. Desde la prudencia soy consciente que cada caso es único, pero todavía no me puedo creer que en sólo 2 semanas dejara de tomar la fuerte medicación y que el dolor que me producían las protusiones cervicales fuera desapareciendo al mismo tiempo. La progresiva mejoría me hizo albergar el “milagro” de la recuperación, gracias a esa “nueva ciencia médica” llamada quiropráctica y a las manos expertas de un excelente profesional.
La quiropráctica fue la solución a mi problema
El resultado no puede ser más satisfactorio, la recuperación está siendo extraordinaria y me atrevería a decir que casi completa. El dolor ha desaparecido, he recuperado el movimiento del cuello al 100% y mi vida ha vuelto a la normalidad, eso sí con prudencia. Me siento bien, y también mi familia y mis amigos, que no han dudado algunos de ellos en subirse al carro de la quiropráctica. Por último, quiero agradecer al quiropráctico el trabajo tan increíble que ha hecho conmigo y por haberme transmitido la alegría para recuperar la confianza en mí mismo. Muchas gracias.
Manuel.
El artículo apareció publicado en el libro Más Años en su Vida y Más Vida en sus Años.
En algunos casos se ha variado un poco la redacción para ajustarla a los usos del español.
Todas las historias publicadas aquí son reales, aunque la imagen no es la del protagonista, es de archivo. Asimismo, se reflejan los datos personales tal y como aparecieron publicados.
Una protrusión discal consiste en el abombamiento de la “envuelta fibrosa” que rodea el disco intervertebral, mientras que una hernia discal consiste en la salida de parte del núcleo pulposo a través de una fisura en la “envuelta fibrosa” del disco. La diferencia entre “”hernia” y “protrusión” es que se haya producido salida del contenido (“hernia”) o sólo deformación de la envuelta, sin salida de contenido (“protrusión”). Ref. Espalda.org